miércoles, 11 de noviembre de 2009

En octavos de la Copa, pero con muy mala imagen

El Málaga empató 0-0 en la noche de ayer con el Zaragoza, lo que, unido al 1-1 del partido de ida, permite a los de Muñiz pasar a la ronda de octavos de final de la Copa del Rey.
Los blanquiazules salieron al campo muy enchufados, parecía que iban a comerse al rival; además de gozar de un par de oportunidades relativamente claras, recuperaban el balón con facilidad y mostraban fluidez en su manejo. Sólo duró cinco minutos. El resto de la primera mitad fue un despropósito por parte de ambos conjuntos: continuas pérdidas de balón, centrocampismo absoluto, pelotazos, imprecisiones... Nulidad total, un auténtico aburrimiento, ni un atisbo de jugar al fútbol. Sólo en los últimos minutos, encontraron el área. Primero, Jesús Gámez recibió en el segundo palo un centro desde la banda izquierda, pero su remate se fue desviado; a continuación, Forestieri tuvo en sus botas la mejor ocasión de la noche, cuando, a apenas un metro de la línea de gol, mandó el esférico por encima del larguero con toda la portería vacía. Inexplicable. Por último, ya en el descuento, el Zaragoza tuvo su único acercamiento con peligro en un cabezazo de Goni al bote de un córner que Santamaría repelió con los puños. El árbitro tuvo algunos fallos puntuales, como, por ejemplo, no amonestar a un defensa maño tras una dura entrada sobre Forestieri; al menos, se merecía la amarilla.
La segunda mitad estuvo casi totalmente controlada por el Zaragoza, que necesitaba un gol para no caer eliminado. Gabi dispuso de la primera oportunidad al enganchar un derechazo desde la frontal que despejó a córner el meta malaguista. Los locales se fueron encerrando poco a poco, lo que permitió a los aragoneses ganar terreno; de hecho, el Málaga no dispuso de ninguna ocasión en todo el segundo período, si acaso una de Fernando, que no supo qué hacer cuando se quedó solo delante de Carrizo. El último cuarto de hora fue un asedio al área malacitana, con un disparo de Jorge López y otro de Lafita, tras controlar con la mano y que el árbitro no vio, que Santamaría repelió con ciertos apuros. El conjunto blanquiazul sólo se dedicaba a despejar el balón y defender el resultado, con el peligro que eso conlleva, porque, al final, siempre suele caer algún gol. Por suerte, ayer no lo hubo, pero de milagro, porque Weligton se interpuso justo a tiempo en la trayectoria del esférico tras el remate de Ewerthon desde dentro del área, ya en el descuento.
Incluso antes del pitido final, la afición entonó al unísono "Muñiz, vete ya" varias veces, además de una sonora pitada al término del encuentro a los jugadores, a pesar de haber conseguido el pase a la siguiente ronda. El Málaga sólo sabe jugar de una forma: pelotazo arriba y que sea lo que Dios quiera. No hay fluidez a la hora de tocar el balón, no hay profundidad en las bandas, no saben resolver las ocasiones, no se dan cinco pases seguidos, no hay velocidad ni desborde. No hay nada. Yo sólo veo dos soluciones a esto: la primera, cesar al entrenador y traer a uno que sí entrene en condiciones, que sepa leer los partidos y que haga bien los cambios; la segunda, si no se lleva a cabo la anterior, rezar para que haya tres equipos que lo hagan peor que el Málaga en lo que resta de temporada. Y si no, a empezar a planificar un año en Segunda División...

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